Nicolás Maduro inicia su tercer período presidencial en Venezuela enfrentando un contexto político y social que lo posiciona como un líder más débil y aislado que nunca. Aunque mantiene el apoyo clave de las Fuerzas Armadas, las denuncias de fraude electoral, el rechazo de la comunidad internacional y una oposición revitalizada configuran un escenario sin precedentes para el chavismo
Un mandato marcado por el aislamiento
El acto de juramentación del pasado 10 de enero reflejó la soledad del gobierno de Maduro. Solo dos líderes regionales, Miguel Díaz-Canel de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua, asistieron al evento, destacando la pérdida de aliados clave como los presidentes de Brasil, Colombia y México. Esta ausencia subraya la erosión del respaldo político que el chavismo había logrado consolidar en décadas anteriores.
El aislamiento no es solo diplomático. Internamente, el descontento entre los sectores populares y la fragmentación en el chavismo muestran señales de agotamiento en el modelo político liderado por Maduro. Según Alberto Barrera Tyszka, biógrafo de Chávez, «el chavismo ya no puede afirmar que es una fuerza mayoritaria ni democrática».
Una oposición más cohesionada
La oposición, liderada por María Corina Machado y Edmundo González, ha conseguido una cohesión poco común en su lucha contra el chavismo. Las primarias de 2023 y la victoria reclamada en las elecciones de 2024 fortalecieron su legitimidad ante la comunidad internacional. Aunque Maduro se mantiene en el poder, las figuras opositoras han logrado visibilizar el carácter autoritario del régimen, aun enfrentando persecución y exilio.
La estrategia opositora ha evolucionado, integrando a líderes sociales y acercándose a los sectores populares, tradicionalmente bastión del chavismo. Esto ha permitido a figuras como Machado sostener un discurso de resistencia pese a los riesgos, reforzando la percepción de que el cambio político sigue siendo posible.
El rol de las Fuerzas Armadas
El apoyo de las Fuerzas Armadas ha sido la columna vertebral del régimen de Maduro. Sin embargo, el experto político José Natanson advierte que este respaldo, aunque crucial, no garantiza estabilidad a largo plazo. «La fuerza militar unificada es el único soporte real del régimen, pero no es suficiente para sostener la narrativa de legitimidad del chavismo», señaló.
Un camino incierto
El inicio del tercer mandato de Maduro plantea un dilema: aunque ha demostrado su capacidad de sobrevivir a crisis aparentemente terminales, su poder está erosionado. Su victoria, según varios analistas, es «pírrica», y las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, junto con el reconocimiento de González como presidente electo por múltiples países, complican aún más su panorama.
Por otro lado, la oposición, si bien fortalecida, aún enfrenta desafíos significativos. La represión interna, la falta de acceso al poder y el riesgo de división interna son obstáculos que deberán superar para lograr una transición política efectiva.
Conclusión
La crisis en Venezuela continúa siendo un escenario complejo, con dos líderes debilitados pero con poder relativo. Mientras Maduro parece haber ganado tiempo, su aislamiento y la presión internacional podrían abrir una ventana para negociaciones políticas. Es un momento de vulnerabilidad compartida que podría ser la oportunidad para encontrar una salida negociada a la prolongada crisis venezolana.